jueves, enero 05, 2023

Bancarias

Vivimos una época en la que la hipocresía campa a sus anchas. Por un lado, no hay empresa que se precie en la que sus directivos no digan “el cliente siempre tiene la razón”, “los clientes son nuestro principal activo” y muchas tonterías por el estilo. Pero por el otro sólo importa el beneficio, aún a pesar del cliente. Dentro del mundo empresario, los bancos casi diría que a estas alturas desprecian a los clientes. Creo que les molestamos. Si fuesen por sus ejecutivos no nos atenderían. Yo, pese a que mi padre fue empleado de la banca gran parte de su vida, que nací en el “Policlínico Bancario” de Buenos Aires tengo una relación más que conflictiva con ellos. Vamos, que los veo como lo que son. Una banda de ladrones. Y como son ladrones que financian a toda la lacra del mundo mundial, hacen lo que quieren con nosotros. En algunos países, algunos reguladores les ponen algún coto. No es el caso español. Aquí el Banco de España trabaja, lisa y llanamente, para facilitarles las pirateadas. Por razones comerciales, una vez al mes tenemos que ingresarle dinero en efectivo a uno de nuestros clientes. Para complicar más la situación, no sólo se trata de billetes sino también de esos pequeños pedazos metálicos que se denominan monedas y que parecen estar en vías de extinción pero que gozan de estupenda salud. Pues bien, los bancos detestan el dinero en efectivo y más aún las monedas. Lo detestan casi tanto como a los clientes. Cada mes que tenemos que ingresarlas es un parto. Porque los bancos ahora tienen limitados los días de ingreso de dinero (pensar que antes vivían de eso, de los clientes que ingenuamente les dejábamos nuestro dinero en sus manos). Más limitados aún que sus horarios (aquí en España es de lunes a viernes de 8:30 a 14 y alguna tarde pero sólo en invierno, en verano no hace falta atención bancaria por la tarde si todo el mundo está en la playa o en la piscina). Hoy me toco a mi tratar de ingresar el efectivo. Primero hay que rellenar unos formularios con el desglose de los billetes a prueba de boludos (ojo, no quiero decir que los cajeros lo sean) y llevar todas las monedas en una bolsa plástica porque ya no las cuentan delante nuestro sino que tienen un servicio especial de conteo de monedas (y obviamente cobran por un servicio que debería ser gratuito porque las monedas son, valga la redundancia, moneda de curso legal y si no ingresamos moneda de curso legal a un banco, ¿estos de que viven? Mi compañera me dejó a las 10:30 en la puerta de la institución bancaria y ahí comenzó mi odisea. Supuestamente el horario era hasta las 11:30. En la calle había una cola de 3 personas y dentro unas 12. La agencia tiene un sistema de doble puerta. Mucha seguridad y poco servicio. Dentro había dos empleados atendiendo en las cajas. Por suerte la mañana estaba benevolente porque estuve fuera 20 minutos hasta que logré pasar la primera puerta. El sistema no era demasiado veloz. Además, cada tanto aparecía alguno que tenía “cita previa” y, obviamente, tenia prioridad. A eso de las 11 logré entrar a la zona de cajas. Delante mío conté a 8 personas esperando. Uno de los cajeros era “part time”. En determinados momentos se iba y atendía a los “cita previa” en un escritorio. Los tramites en la caja era extremadamente lentos. La burocracia es taaaan lenta y los sistemas tan complejos que hace 40 años ir al banco era sumamente veloz comparado con la actualidad. Para eso seguían entrando clientes. Yo tenía unos 4 detrás. Cada transacción demoraba entre 5 y 8 minutos (defecto profesional controlar esas cosas). Hasta que, de repente y sobre las 11:20, la cajera dice: “no se pueden hacer operaciones en efectivo porque la máquina no funciona”. La máquina no es otra cosa que un cajero automático que tiene el cajero para trabajar que le cuenta el dinero que ingresa y que le suministra dinero para los retiros de efectivo. En resumidas cuentas, perdí 50 minutos de mi vida en tratar de hacer algo que hace 20 años me hubiese demorado 10 o 15 minutos y que no pude hacer. Pero el banco seguirá cobrando comisiones por todo y atendiéndonos como la mierda.

viernes, agosto 12, 2016

Tecnológicas

Hace 5 años, con motivo de conmemorarse los primeros 30 años de la computadora personal (o mejor dicho, del lanzamiento del IBM PC) preparé en mi Facebook un álbum con fotos que reunían a una gran parte de las computadoras que utilicé a lo largo de estos años tecnológicos. Esta mañana, mientras consultaba en mi celular el “Un día como hoy”, me reencontré con él y me dí cuenta que habían pasado 5 años desde ese momento. Releyendo los comentarios hicieron que rescate algunas cosas anteriores a la PC (como mi querida Sinclair 2068) y que lo aggiorné para dejarlo actualizado. Pero en este álbum se refleja sólo la evolución de las computadoras, cuando en realidad la evolución tecnológica fue muchísimo más allá. Cuando compré mi departamento en Buenos Aires, allá por fines de 1989, Enrique era un enanito inquieto y ruloso. El departamento había sido de un viejito que recientemente había fallecido y todas sus instalaciones reflejaban el paso de los años en manos de un jubilado. La primera decisión que tomamos, perentoria, fue renovar todo el sistema eléctrico y hacer que los cables fuesen todos dentro de cañerías por la pared. Cada enchufe fue triplicado porque pese a tener en ese momento sólo un televisor, una videocasetera, una heladera, el lavarropas y un pequeño pasacasete JVC, pensaba que en el futuro necesitaríamos más tomas. Y no quería alargadores en el piso, por temor a los desastres enriqueanos. Teníamos que minimizar riesgos. Marcelo, mi suegro, no estaba muy convencido de tanto enchufe. Pero a la larga no sólo me quedé corto. Yo diría que cortísimo. Los hogares comenzaron a poblarse de ingenios eléctricos y electrónicos. Más televisores (uno por habitación), DVD, impresoras, hardbox para la tele por cable, ventiladores, aire acondicionado, estufas eléctricas, hornos (eléctricos y microondas), equipamiento de conectividad (routers, WiFi, adaptadores para conexión por cables eléctricos, etc.), teléfonos celulares (desde el querido ladrillo de Motorola a los actuales smartphones), tabletas, consolas de videojuegos, e-books, utensilios domésticos por doquier, cargadores de pilas, videograbadoras, cámaras de fotos, marcos de fotos digitales, reproductores, de MP3, cadenas musicales, plotters, grabadores, etc. La evolución, y el consumo, han sido sencillamente impresionantes. Algún día, con paciencia, buscaré fotos de muchas cosas que he tenido en todos estos años y que se han ido superando, por ejemplo los móviles. El Ladrillo de Motorola, los Startac, los Nokia con su sonido inconfundible, los primeros Sony-Ericcson, el iPhone, las Blackberry en varias versiones, los Sony E3 y M4, el S7. Lo mismo puede decirse de las impresora, desde las matriciales hasta la láser con WiFi pasando por las chorro de tinta en blanco y negro y color. En fin, un mundo de tecnología al que le dedique muchas horas en todos estos años. Y todo eso sin hablar de programas. Desde el viejo y querido ICQ al Whatsapp, Kik, Line y demás yerbas (sin olvidarnos de mítico MSN Messenger) ha pasado mucha agua debajo del puente comunicacional. Las panillas de cálculo, del simple Lotus 123 pasando por el Quattro hasta terminar con el Excel omnipresente, el Word, los correos electrónicos… La tecnología nos ha ayudado, y mucho, en estos años. Pero también hemos pagado sus precios. Estamos más cerca de los que están lejos pero más lejos de los que están cerca. Podemos saber muchas cosas al instante pero ignoramos las básicas. Estamos más informados pero somos más ignorantes que nuestros abuelos. Nos dejamos apabullar y anestesiar con tonterías y nos creemos obligados a la felicidad eterna cuando nadie nos dijo que la felicidad, como la pena, la tristeza, etc. son instantes que necesitamos para evolucionar como humanos. Me encanta la tecnología pero sigamos siendo humanos por sobre todas las cosas.

jueves, junio 11, 2015

Magia financiera en Buenos Aires

Después de mi breve visita a Buenos Aires me quedó completamente claro que un jef@ de familia porteño (y asumo que los del interior del país también) toma a diario decisiones financieras que la mayoría de los gerentes responsable de dicha área en empresas pequeñas y medianas europeas no toman con demasiada frecuencia. En primer lugar deben convivir con tres sistemas de precios diferentes y simultáneos. Primero los precios de los elementos de la canasta diaria. Esos precios los ví alineados con los que tenemos acá en Europa (haciendo una conversión mental de 1 € = 11 $ que es el cambio oficial). Algunas cosas son más económicas, otras un poco más caras pero seguro también influyen los lugares de compras y demás. Segundo, precios de servicios irrisorios. Viajar en el transporte público es super barato a precios europeos. Un viaje en colectivo cuesta entre 3 y 4 $ (unos 30 o 40 céntimos) y un viaje en tren 2 $ (menos de 20 céntimos). Luz, gas, agua también tienen tarifas altamente subsidiadas y aún los servicios como la telefonía celular e internet están relativamente baratos (eso si, lejos por ejemplo de los 200 Mb que tengo acá). Y por último precios desorbitantes. Todos los demás bienes tienen precios difíciles de aceptar. Mi primer recorrido por un shopping me asustó. Pero ahí caí en la primera frase. Porque, ¿Qué conviene más?. ¿Pagar cash y negociar un descuento?. ¿Pagar con una tarjeta que ofrece 25% de descuento y tres pagos sin interés?. ¿Pagar en 12 cuotas con un interés menor que la inflación?. ¿Conviene pagar con la VISA del banco A, B o C?. ¿A cuánto está el euro blue?. ¿Y el oficial?. ¿Y el dólar?. ¿Cómo viene la negociación paritaria?. ¿Modifican o no Ganancias?. ¿La tasa de inflación aumenta o disminuye?. Realmente ser jef@ de familia en Argentina es todo un merito.

lunes, noviembre 10, 2014

Miopía política

Hace poco menos de dos meses, Escocia plebiscitó su independencia. Gran Bretaña, de quienes se desprenderían, apoyó el proceso y trató de convencer a los escoceses para que se quedarán. Obviamente hizo aclaraciones, presionó secretamente a los que apoyaban la secesión para que no lo hagan, pero en líneas generales el mensaje fue de libertad. Ganó el No y ahora, por varios años (décadas a juzgar por el ejemplo de Quebec) Escocia estará en paz buscando mejorar dentro de Gran Bretaña.

Ayer, en Catalunya, se vivió una jornada especial, donde el pueblo catalán “plebiscitó” su deseo de independencia. Cuan diferente ha sido el ejemplo español. La dirigencia nacional tildó de antidemocráticos a quienes quería expresar sus deseos en las urnas. En vez de facilitar el proceso, lo entorpeció y torpedeo de todas las formas habidas y por haber. Con total miopía política.

Hoy deben estar llorando en sus despachos. Porque está claro que todos quienes deseaban la independencia catalana concurrieron ayer apasionadamente a votar. Pocos se han quedado en casa. Y ellos sumaron poco más de 1,8 millones de personas. Esa cantidad de personas no hubiese garantizado, ni mucho menos, una mayoría independentista (y está claro que en un proyecto de esta índole se aspira a que la mayoría sea sustancialmente superior al 50,1%).

Su miopía no les permitió ver que, en libertad, todo es mejor. Si hubiesen sido astutos, hoy el tema independencia estaría cerrado en Catalunya por muchos tiempo. Pero su obstinación lo ha dejado abierto. Y esa obstinación no hace más que favorecer al independentismo. Porque le da tiempo a sumar adeptos. Lo único que han logrado es que el país esté dividido entre catalanistas y anticatalanistas. Bonito legado el de una dirigencia que parece que sólo tiene habilidad para llenarse los bolsillos.

jueves, agosto 14, 2014

Educándonos

Allá por los finales de 1983, y cuando faltaban aún unos días para que Alfonsín se calzase la banda, me puse a discutir en una confitería con una chica sobre la mejor forma de educar a la gente. Yo sostenía que se debía enseñar a los estudiantes a razonar, a pensar, a entender la raíz de los problemas mientras ella sostenía que sólo debían estudiar y repetir cual loritos. Me acuerdo que cuando salimos del lugar, otra chica se acercó a mí y me dijo: “Marcelo, no discutas con ella, no vale la pena. Es la hija de Franco (comandante en jefe de la Armada Argentina por ese entonces)”. Esa frase me resumió todo. Ella provenía de una escuela de pensamiento en la que la gente no puede pensar, está programada, solo piensa el que manda.

Hoy en día todo el mundo habla de educación. Que hay que educar a los chicos, que son el futuro. Que estamos en tal o cual posición en el ránking PISA, que los fineses son todos fenómenos de dos cabezas, que los chinos son estudiosos y que por eso van a dominar el mundo, etc.. Nos han vendido (y hemos, en general, comprado) que la educación es todo. Somos la generación más educada en la historia de la Humanidad. La que más cantidad de graduados universitarios, terciarios, de posgrado y aún de primaria tiene. Nos comenzamos a formar públicamente a los 3 años y seguimos en el sistema hasta los 25 o más. Nos pasamos horas y horas en clases y año tras año compramos decenas de libros, manuales y demás utensillos. Mandamos a los chicos a clases de idiomas (porque si no sabes inglés no sos nadie!!), de ballet, de esgrima, de judo, de natación, de tenis y demás. Los saturamos con deberes en las épocas de clase y les damos deberes para las vacaciones. Y la verdad: ¿Nos sirve de algo estar sobreeducados?. En los últimos años, nosotros, los educados, hemos ido perdiendo poco a poco una gran cantidad de logros que conquistaron los no tan educados. Y seguiremos perdiendo más. Somos muy educados pero nos vendieron mentiras inmensas. Y las compramos tan alegres. Sabemos de cuentas, de economía, de geografía y demás pero nos dejamos engañar por los bancos. Somos ciudadanos responsables pero nos engañan los políticos con testaferros, herencias que no pagan impuestos y trajes regalados por doquier. Entonces, ¿para qué nos sirvió la educación?. ¿Para hacernos más temerosos?. ¿Para hacernos más fácilmente dominables?. ¿Para tenernos controlados con programas de televisión idiotas, con notas de periódicos de porquería y falaces, con exceso de prensa amarillista, con una prensa deportiva que reemplaza a una prensa seria?. Hace años se podía llegar a un país, comprar los principales periódicos y al cabo de leer unas pocas páginas de cada uno se sabía de qué sector provenía. Hoy son todos iguales. Sólo responden a los intereses de sus dueños. Y nos engañan con la “libertad de prensa”. Todo eso lo logró la educación que propugnaba la chica del comienzo de la nota. La educación programada. El estudiar de memoria. El repetir cual loros. La mentira de Bologna en la Universidad. El “miente, miente que algo quedará” de Goebbels.

Yo provengo de otra escuela. Provengo de la mayor fábrica de “terroristas” de América Latina. Las escuelas técnicas de Argentina. Me eduqué en ellas durante toda la dictadura (comencé en 1978 y egresé el 9 de diciembre de 1983, o sea el día previo a la jura de Alfonsín). Eran tiempos complicados pero aún así tipos como el Chiva Hernandez, el Tocho, la Catita, la Venturo y demás nos enseñaron a pensar. A mí y a todos mis amigos. Hay gente que no la vi más personalmente desde que dejé el cole a los 18 años y que tiempo después (mucho tiempo después) los reencontré en Facebook. Y veo lo que escriben, lo que comentan. Puedo estar de acuerdo o no con ellos. Pero me identifico con ellos como tipos que piensan, aunque no piensen como yo. Y veo lo mismo en Enrique, Hernán y sus compañeros que también han ido a la escuela técnica. Donde a los 12 años debías asumir responsabilidades en el taller o en las clases de dibujo, donde los problemas técnicos que se planteaban en las aulas te ayudaban a desarrollar la mente y pensar, y buscar el punto de vista diferente.

Con esto no quiero decir que los únicos que piensen son los de las escuelas técnicas. Tengo muchos amigos que no son “tenicos” que piensan, y mucho, y muy bien. Mucho mejor que yo. Pero la gran mayoría no lo hace.

Por eso cada vez que veo que hablan de educación se me revuelven las tripas. Porque todos hablan de educar más. Ninguno habla de educar mejor. Que es lo que en verdad necesitamos!!!!

jueves, julio 17, 2014

Ilusión de justicia

Hace tres años, a Hernán le robaron el móvil. No se trató de un simple robo sino que, por la forma de llevarlo a cabo, hubo un intento claro de lesionarlo. Los Mossos de Escuadra esclarecieron rápidamente y al cabo de 6 meses el ladrón fue juzgado y condenado. Ahora viene lo divertido de la historia. El tipo fue condenado a prisión en suspenso y a indemnizar a Hernán por los daños y perjuicios (ya que el iPhone nunca apareció). Pero en 2 años y medio la justicia no hizo nada. La excusa es que no posee bienes. Pero hoy fue Inés a preguntar (ella es la que los persigue cada tanto) y resulta que el tipo tiene registrado a su nombre un coche, que no poseía hace 6 meses. ¿Cómo es posible que se permita que matricule a su nombre un coche teniendo pendiente asuntos legales?. ¿Por qué, si luego de cierto plazo, no paga la deuda no hacen que se ejecute la condena de prisión?. Cuando Inés le preguntó al oficial de justicia (o de injusticia según el punto de vista) porque nadie hace nada vino la respuesta obvia. Mucho trabajo. Pero no es una excusa. Porque para algo está la informática. Los más divertido es que si uno no paga una infracción de tránsito te confiscan el dinero de tú cuenta. Pero cuando alguien no cumple su condena no hacen nada. Vivo enfrente de la Ciudad Judicial. Cada día me cruzo con cientos de personas que acceden a los Juzgados- ¿Son concientes que, por derecha o izquierda, van a terminar cagados?. A los que roban millonadas quedan en libertad, a los que roban iPhones también. ¿Sólo los boludos pagan?. Realmente cada día creo menos en el sistema judicial y en todos sus actores. No funciona. Es un perro que se muerde su propia cola. Vivimos una ilusión de justicia. Sólo que no está a cargo de David Copperfield.

lunes, febrero 11, 2013

Buena suerte y hasta luego!!!

Hoy es un día especial en los casi 25 años que llevo como padre. Kike, después de intentar vivir en España, decidió regresar a Argentina a vivir su experiencia allá. Hace un mes tomó la decisión y poco a poco fue actuando en consecuencia. Y hoy es el día tan temido. O el tan esperado, no lo sé. Lo cierto es que hoy es el día en que se va.

Esta tarde, cuando me despida de él en la boarding gate, espero poder contener las lágrimas pero seguro pensaré en mi viejo cuando me despidió por última vez en Ezeiza, allá por enero del 2007.

Su partida me genera sentimientos contradictorios. Por un lado, el egoísmo de no saberlo cerca, de no poder verlo aunque sea cada tanto. El saber que cuando necesite un hombro en que llorar no va a encontrar el mío y cuando tenga una alegría que festejar no lo hará directamente con nosotros. Por otro lado está el orgullo como padre. Porque después de todo siempre le inculcamos que tenía que hacer lo que el sintiese, bueno o malo, que tenía que buscar su felicidad. Yo sé que él, acá, no era feliz. No lo fue nunca. Y es normal que en algún momento decidiese partir.

Quizás hubiese esperado que su destino fuese otro. Que no fuese Buenos Aires, pero es cierto que él allí tiene cosas que cerrar que sólo lo hará estando in situ. Una vez que las cierre verá si es o no su lugar en el mundo.

Solo espero que Argentina lo trate bien. Que no destruya su ilusión como destruyó la mía. Y que cuando pase el tiempo y analice la decisión diga: “Fue la correcta”.

Es un tipo capaz, inteligente y educado. Extremadamente querible y entrañable. Cuando se propone algo lo logra. Su único defecto es que todo lo quiere ya. Quizás un pecado de juventud. O alguna culpa de quienes lo educamos que lo acostumbramos a eso.

Sé que los que quedaron allende el Atlántico lo apoyaran y lo cuidaran. No me cabe duda de ello. Ahora las cosas dependen de él, de su voluntad, de su tesón.

A mí como padre solo me queda decirle aquello que Andrés Calamaro escribió una vez: buenas suerte y hasta luego!!!!