Allá por los finales de 1983, y cuando faltaban aún unos días para que Alfonsín se calzase la banda, me puse a discutir en una confitería con una chica sobre la mejor forma de educar a la gente. Yo sostenía que se debía enseñar a los estudiantes a razonar, a pensar, a entender la raíz de los problemas mientras ella sostenía que sólo debían estudiar y repetir cual loritos. Me acuerdo que cuando salimos del lugar, otra chica se acercó a mí y me dijo: “Marcelo, no discutas con ella, no vale la pena. Es la hija de Franco (comandante en jefe de la Armada Argentina por ese entonces)”. Esa frase me resumió todo. Ella provenía de una escuela de pensamiento en la que la gente no puede pensar, está programada, solo piensa el que manda.
Hoy en día todo el mundo habla de educación. Que hay que educar a los chicos, que son el futuro. Que estamos en tal o cual posición en el ránking PISA, que los fineses son todos fenómenos de dos cabezas, que los chinos son estudiosos y que por eso van a dominar el mundo, etc.. Nos han vendido (y hemos, en general, comprado) que la educación es todo. Somos la generación más educada en la historia de la Humanidad. La que más cantidad de graduados universitarios, terciarios, de posgrado y aún de primaria tiene. Nos comenzamos a formar públicamente a los 3 años y seguimos en el sistema hasta los 25 o más. Nos pasamos horas y horas en clases y año tras año compramos decenas de libros, manuales y demás utensillos. Mandamos a los chicos a clases de idiomas (porque si no sabes inglés no sos nadie!!), de ballet, de esgrima, de judo, de natación, de tenis y demás. Los saturamos con deberes en las épocas de clase y les damos deberes para las vacaciones. Y la verdad: ¿Nos sirve de algo estar sobreeducados?. En los últimos años, nosotros, los educados, hemos ido perdiendo poco a poco una gran cantidad de logros que conquistaron los no tan educados. Y seguiremos perdiendo más. Somos muy educados pero nos vendieron mentiras inmensas. Y las compramos tan alegres. Sabemos de cuentas, de economía, de geografía y demás pero nos dejamos engañar por los bancos. Somos ciudadanos responsables pero nos engañan los políticos con testaferros, herencias que no pagan impuestos y trajes regalados por doquier. Entonces, ¿para qué nos sirvió la educación?. ¿Para hacernos más temerosos?. ¿Para hacernos más fácilmente dominables?. ¿Para tenernos controlados con programas de televisión idiotas, con notas de periódicos de porquería y falaces, con exceso de prensa amarillista, con una prensa deportiva que reemplaza a una prensa seria?. Hace años se podía llegar a un país, comprar los principales periódicos y al cabo de leer unas pocas páginas de cada uno se sabía de qué sector provenía. Hoy son todos iguales. Sólo responden a los intereses de sus dueños. Y nos engañan con la “libertad de prensa”. Todo eso lo logró la educación que propugnaba la chica del comienzo de la nota. La educación programada. El estudiar de memoria. El repetir cual loros. La mentira de Bologna en la Universidad. El “miente, miente que algo quedará” de Goebbels.
Yo provengo de otra escuela. Provengo de la mayor fábrica de “terroristas” de América Latina. Las escuelas técnicas de Argentina. Me eduqué en ellas durante toda la dictadura (comencé en 1978 y egresé el 9 de diciembre de 1983, o sea el día previo a la jura de Alfonsín). Eran tiempos complicados pero aún así tipos como el Chiva Hernandez, el Tocho, la Catita, la Venturo y demás nos enseñaron a pensar. A mí y a todos mis amigos. Hay gente que no la vi más personalmente desde que dejé el cole a los 18 años y que tiempo después (mucho tiempo después) los reencontré en Facebook. Y veo lo que escriben, lo que comentan. Puedo estar de acuerdo o no con ellos. Pero me identifico con ellos como tipos que piensan, aunque no piensen como yo. Y veo lo mismo en Enrique, Hernán y sus compañeros que también han ido a la escuela técnica. Donde a los 12 años debías asumir responsabilidades en el taller o en las clases de dibujo, donde los problemas técnicos que se planteaban en las aulas te ayudaban a desarrollar la mente y pensar, y buscar el punto de vista diferente.
Con esto no quiero decir que los únicos que piensen son los de las escuelas técnicas. Tengo muchos amigos que no son “tenicos” que piensan, y mucho, y muy bien. Mucho mejor que yo. Pero la gran mayoría no lo hace.
Por eso cada vez que veo que hablan de educación se me revuelven las tripas. Porque todos hablan de educar más. Ninguno habla de educar mejor. Que es lo que en verdad necesitamos!!!!