Anclao en BCN
Hace unos días, más precisamente el 11 de octubre, mis queridos jefes porteños tuvieron el agrado de comunicarme que dejaba de serle útil al proyecto en el que me estaba desempeñando y por ende tenía dos opciones, o volverme a Buenos Aires con toda la prole, o quedarme acá viendo como llevar adelante la vida de todos los de la familia. Es cierto que el proyecto viene dando tumbos desde hace bastante tiempo, yo diría que desde el primer día, pero quedarte de sopetón sin trabajo y a 12.000 km de tu tierra es algo complejo.
El primer impacto ha sido duro pero lo que realmente más me molestó fue la manera tan argentina de hacer las cosas. Llegaron de Buenos Aires un martes (en realidad el lunes por la tarde) y estuvieron 3 días en la oficina (junto con un par de adláteres) yendo a tomar café y almorzar e ignorándome, cuando hasta hace poco me llamaban para que por favor les deposite dinero en sus cuentas porque les caían vencimientos. Yo, con los casi 25 años de trabajar en empresas de distinto calibre, ya había calado como venía la mano pero no podía creer tamaña cobardía. Pero si, bien de argentino cagón, esperaron hasta los últimos 10 minutos de su estancia en la Ciudad Condal para comunicarme la triste novedad. Atrás quedaron años de trabajo, de esfuerzo, de cosas perdidas en pos de un proyecto que fue pésimamente manejado por un estratega que se quedó corto en las estrategias (excepto claro está en la de llevarse dinero a su bolsillo).
En los días que siguieron, y luego de comprobar que la incredulidad ante tamaña situación no era sólo mía, comencé con la tarea de conseguir una nueva “feina” por estos lares. Por lo pronto visito todas las páginas web de trabajo que conozco y los domingos compro los dos diarios más importantes para ver que avisos salen. Pero pese a que he enviado más de 50 respuestas aún nadie ha llamado, así que debo asumir que hay que variar un poco el método de búsqueda. Creo que comenzaré a caminar por las distintas agencias de colocación para hacerme conocer. Pero lo haré cuando tenga en claro que dinero me queda en el bolsillo después de la desvinculación, ya que aunque han pasado 15 días los porteños no terminan de tener tiempo para cerrar cosas. No quería conflictos pero me parece que el tema terminará mediante abogados.
Mientras tanto he cambiado los roles en casa. Ahora me levanto a la mañana para prepararle el desayuno a Brenda y Hernán que se van al cole a las 8 y ver como se van a sus estudios correspondientes Kike e Inés. Y cuando todos salen comienza mi tarea de “Maruja” (como le dicen acá al ama de casa). Recoger las tazas y vasos que los chicos dejaron en sus habitaciones, ver que hayan hecho la cama (con la excepción de Kike que sigue creyendo ser el único privilegiado), juntar la ropa que dejaron tirada en todos lados (especialmente en el baño), hacer nuestra cama, poner la colada (versión española de poner el lavarropas) y tender la ropa, verificar los mails, ver que avisos nuevos han surgido, comprar el diario y recoger la correspondencia, y pensar que prepararles de almorzar para cuando lleguen a las 14 horas, hambrientos y malhumorados. Todo eso en compañía de Tigre que me mira extrañado.
Una experiencia distinta en la vida. Como dirían los chinos la crisis es una oportunidad. Veremos como podemos sacar el mejor partido de esta oportunidad que la vida me ha puesto por delante. Fins aviat.
1 comentario:
Bueno! No tendría que ser un problema de largo plazo encontrar algo. Que salga bien!
(y es cierto eso de las oportunidades).
Publicar un comentario