Cuando un español (o catalán) tiene un pequeño atisbo de discriminación hacia mi persona por mi argentina sonoridad al hablar le dejo caer descuidadamente la composición genética de mi ser. Le cuento que mi abuelo materno era asturiano, que mi abuela materna era hija de andaluces y que mi abuelo paterno era gallego. Si a eso le sumo que mi abuela paterna era descendiente de italiano mi composición sanguínea es tan “europea” como la de él.
Esta descripción, sin embargo, es un tanto mentirosa, ya que mi abuelo paterno era, en realidad, brasileño. Eso si, de padres gallegos, pero nacido (cuentan que fruto de una detención en el derrotero de la emigración hacia nuestro país) en nuestro vecino norteño.
Nunca conocí a mi abuelo ya que falleció cuando mi papá tenía 8 años. Quizás como un acto reflejo con su propia suerte, mi viejo era profundamente anti brasileño. Desde el fútbol hasta todo. Creo que lo único que aceptaba de Brasil era el café. Obviamente esa influencia paterna fue dejando una marca en mí durante mi infancia y parte de la adolescencia.
Pero a medida que comencé a despegarme del hogar maternal y a realizar un despliegue gradual de las alas para volar en libertad empecé a leer y a informarme sobre Brasil. Quizás la primera influencia fue musical. Tipos como Caetano, María Bethania, Toquinho o Os Paralamas comenzaron a minar mi agresividad. Y después comenzó la lectura. Recuerdo los primeros años de democracia y los esfuerzos de Alfonsín y Sarney por comenzar a limar asperezas alimentadas por años de brillantes estrategas ”verde oliva” a ambos lados de las fronteras. Uno de los recuerdos es el de una revista de una comisión que estaba a cargo de Aldo Ferrer donde se hablaba de proyectos en el área nuclear (el famoso submarino atómico en común), aviones entre Embraer y la FMA de Córdoba, etc. Eran proyectos entre “pares”. Dos países que estaban sumergidos por años de dictaduras, con el peso de sus deudas externas, con un futuro por delante incierto pero venturoso.
Hoy, más de 20 años después, la lectura de las noticias de distinto tenor tanto aquí en España como en medios argentinos nos muestran a un Brasil cada día más grande, buscando reafirmar la “B” del BRIC (Goldman - Sachs dixit). En los últimos tiempos camina a pasos acelerados a ser el representante de América del Sur en el Consejo de Seguridad de la ONU en el caso en que se decida ampliarlo. Hoy su presidente está de visita en Argentina y vuelven a salir a flote los viejos proyectos de cooperación. Sólo que ya no somos iguales. Ahora a Brasil le interesa lo poco que podemos aportar. ¿Hay una buena fábrica de aviones inactiva en Córdoba?. Bueno, que produzca algunas partes para Embraer que tiene su producción vendida por más de 5 años. ¿Necesitamos reactores nucleares pequeños y efectivos?. Creo que INVAP tiene una buena idea pero nadie en su país la banca. ¿Las cuencas marítimas argentinas tienen una estructura geológica similar a la que a nosotros nos está permitiendo autoabastecernos?. Que Petrobras compré una petrolera argentina. ¿Hay que reforzar la estructura de la industria cárnica?. En el sur hay buenos frigoríficos, cómprenlos.
Brasil, y también Chile, tienen una orientación estratégica, sin importar el signo del gobierno. Su norte es el mismo y saben donde quieren ir y lo buscan. Argentina sigue boyante. Diez años a la derecha, diez a la izquierda, otros diez para atrás. Nuestra dirigencia (y nosotros mismos que la generamos, no nos engañemos) sigue siendo pendular. ¿Será por eso que hay muchos blogs de argentinos diseminados en el mundo?.
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