Como les contaba en otra entrada, hace un mes que estoy en el paro, o sea que formo parte de la estadística de desempleados de la Madre Patria. Ya completé los trámites para cobrar el seguro de desempleo y ahora sólo me queda cobrarlo. Por una carta que no me entregaron en la pUTE (apelativo que le gusta aplicar al amigo Ignacio) en vez de cobrar en diciembre recién lo haré en enero. El proceso de búsqueda continúa, los avisos aparecen diariamente y enviamos las cartas, de paso estudio el mercado de cursos para los “aturat” (o sea los desempleados catalanes). En algunos lados nos han preseleccionado pero los procesos en general son lentos.
Mientras he comenzado a desarrollar una rutina hogareña. Aprovechando el tiempo libre he retomado mi buen hábito de lectura. He leído un par de novelas y dos libros que me resultaron muy interesantes. El primero se llama “El economista camuflado” de Tom Harford y el otro es “Confesiones de un gángster económico” de John Perkins. El de Harford enseña los manejos de microeconomía de las empresas de una manera muy didáctica. El segundo libro es también muy interesante ya que cuenta la historia de un personaje que se dedicaba a “inventar” reportes en países del Tercer Mundo para que luego, mediante créditos del Banco Mundial, se efectuaran grandes obras que al ser imposibles de pagar terminaban poniendo de rodillas a los países y dejándolos en manos de los estadounidenses. Dos libros bien interesantes. Ahora estoy terminando un libro que me recomendó Enrique sobre los errores de Alemania en la Primera Guerra Mundial y quiero volver a leer un ensayo de Jeremy Rifkin sobre las diferencias entre Europa y USA.
Aprovecho también, gracias a la colaboración de los chicos que me han pasado una página muy buena, a ver las pocas cosas buenas de la televisión argentina. El otro día no pude parar y vi de corrido los 3 capítulos de “Televisión por la identidad” que me encantaron. Es una de las pocas cosas que extraño. También me bajé y vi “La Argentina latente” de Pino Solanas, “The take” que es una película de Naomi Klein sobre las fábricas recuperadas en Argentina y una pelí sobre la masacre de Trelew (como verán soy un poco masoquista también). Tengo los capítulos de “El gen argentino” pero creo que quizás quieran verlo también los chicos.
Además me asocié al ICIL, que no es otra cosa que el Instituto Catalán de Logística, así que me he ido bajando su información para tratar de aprender los problemas logísticos de esta zona que se supone serán los que deberé enfrentar en los meses próximos. Todo eso lo matizamos escuchando música de la Negra, a Sabina, al Nano, a Fito (Páez no el de los Fittipaldis), etc.
Obviamente no he podido sustraerme de las tareas de “Maruja”. Como a más tardar a las 9 y media están todos fuera de casa ya me he convertido en la señora del hogar. Hago mi cama (ya les impuse, aunque con desigual éxito, la tarea de hacerse sus camas a cada uno de los chicos), junto la ropa de las habitaciones para lavar, hago la “colada” (o sea pongo el lavarropas a andar), tiendo, me preocupo del almuerzo y lo preparo, etc. Otra nueva imposición es que hemos reducido drásticamente la ropa que se plancha. Salvo las camisas (que desde que llegué a España es mi tarea) y algunas cosas puntuales, espero que la plancha funcione sustancialmente menos. Total los chicos siempre usan la ropa arrugada porque no se molestan de acomodarla cuando sacan de sus cajones alguna pieza. Así que deberá ser muy avezado el ojo que detecte la diferencia de arrugas….jajajaja. Una situación risueña se nos dio el sábado en Carrefour donde dudábamos Inés y yo sobre cuál era el mejor suavizante para comprar (antes era una problemática exclusiva de Inesita).
Por otra parte también estoy acompañando a Hernán a sus partidos de rugby aunque creo que en cualquier momento me tildan de “gaffe” (denominación española del mufa) porque cada vez que fui perdieron.
Como verán la vida de un desocupado es atareada también. No crean que es todo soplar y hacer botellas.
Adeu
Mientras he comenzado a desarrollar una rutina hogareña. Aprovechando el tiempo libre he retomado mi buen hábito de lectura. He leído un par de novelas y dos libros que me resultaron muy interesantes. El primero se llama “El economista camuflado” de Tom Harford y el otro es “Confesiones de un gángster económico” de John Perkins. El de Harford enseña los manejos de microeconomía de las empresas de una manera muy didáctica. El segundo libro es también muy interesante ya que cuenta la historia de un personaje que se dedicaba a “inventar” reportes en países del Tercer Mundo para que luego, mediante créditos del Banco Mundial, se efectuaran grandes obras que al ser imposibles de pagar terminaban poniendo de rodillas a los países y dejándolos en manos de los estadounidenses. Dos libros bien interesantes. Ahora estoy terminando un libro que me recomendó Enrique sobre los errores de Alemania en la Primera Guerra Mundial y quiero volver a leer un ensayo de Jeremy Rifkin sobre las diferencias entre Europa y USA.
Aprovecho también, gracias a la colaboración de los chicos que me han pasado una página muy buena, a ver las pocas cosas buenas de la televisión argentina. El otro día no pude parar y vi de corrido los 3 capítulos de “Televisión por la identidad” que me encantaron. Es una de las pocas cosas que extraño. También me bajé y vi “La Argentina latente” de Pino Solanas, “The take” que es una película de Naomi Klein sobre las fábricas recuperadas en Argentina y una pelí sobre la masacre de Trelew (como verán soy un poco masoquista también). Tengo los capítulos de “El gen argentino” pero creo que quizás quieran verlo también los chicos.
Además me asocié al ICIL, que no es otra cosa que el Instituto Catalán de Logística, así que me he ido bajando su información para tratar de aprender los problemas logísticos de esta zona que se supone serán los que deberé enfrentar en los meses próximos. Todo eso lo matizamos escuchando música de la Negra, a Sabina, al Nano, a Fito (Páez no el de los Fittipaldis), etc.
Obviamente no he podido sustraerme de las tareas de “Maruja”. Como a más tardar a las 9 y media están todos fuera de casa ya me he convertido en la señora del hogar. Hago mi cama (ya les impuse, aunque con desigual éxito, la tarea de hacerse sus camas a cada uno de los chicos), junto la ropa de las habitaciones para lavar, hago la “colada” (o sea pongo el lavarropas a andar), tiendo, me preocupo del almuerzo y lo preparo, etc. Otra nueva imposición es que hemos reducido drásticamente la ropa que se plancha. Salvo las camisas (que desde que llegué a España es mi tarea) y algunas cosas puntuales, espero que la plancha funcione sustancialmente menos. Total los chicos siempre usan la ropa arrugada porque no se molestan de acomodarla cuando sacan de sus cajones alguna pieza. Así que deberá ser muy avezado el ojo que detecte la diferencia de arrugas….jajajaja. Una situación risueña se nos dio el sábado en Carrefour donde dudábamos Inés y yo sobre cuál era el mejor suavizante para comprar (antes era una problemática exclusiva de Inesita).
Por otra parte también estoy acompañando a Hernán a sus partidos de rugby aunque creo que en cualquier momento me tildan de “gaffe” (denominación española del mufa) porque cada vez que fui perdieron.
Como verán la vida de un desocupado es atareada también. No crean que es todo soplar y hacer botellas.
Adeu
2 comentarios:
Disfrute, ya que eso no es algo que va a durar para siempre, sobre todo de la posibilidad de leer tanto. En cuanto a las actividades domésticas, en casa lo único que se planchan son las camisas y no usamos suavizante :-)
La economía es una ciencia
" En el decenio que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea
tu país
mí país
/////
.....para entender
estudio los índices de la tasa de inversión bruta
los índices de la productividad marginal de las inversiones
los índices de crecimiento del producto amoroso
otros índices que es aburrido hablar aquí
y no entiendo nada
la economía es bien curiosa
al pequeño ahorrista del alma lo engañan en wall street
los sueldos de la ternura son bajos
subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor
...
Juan Gelman.
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