sábado, noviembre 21, 2009

Derrochando conocimiento

Hace un año, cuando la tormenta que envuelve a España había comenzado a tomar fuerza y soplaban fuertes vientos en las empresas que veían sus ventas y sus beneficios caer fuertemente, el director general de la empresa en la que trabajaba estaba todo el día en un estado cercano a la paranoia. Las reuniones con él era un tormento, todos los planes que se le acercaban era malos, objetables y el maltrato a los colaboradores era diario. Una persona amable se había transformado en un auténtico ogro por una crisis que se esperaba, que se olía en el aire y para la cual gran parte del management español no estaba preparada.

Gran parte de los líderes empresarios actuales son producto de los muchos años de bonanza económica, de años de permanentes y constantes aumentos de ventas y beneficios. Por ende años de malos consejos. Porque en las épocas de bonanza son pocos quienes tienen la capacidad de prevenir el futuro y, siguiendo los consejos de la hormiga de la fábula, se preparan para un futuro más complejo.

Por el contrario, en afán de maximizar ganancias fueron soltando lastre y dejando en el camino, vía prejubilaciones o despidos, a aquellos empleados o gerentes que habían enfrentado las últimas crisis.

Y así llegamos, desprovistos de experiencias claves, a enfrentar una de las peores crisis de la historia. Por eso, mientras que los principales países de Europa han recuperado su ritmo de crecimiento, España aún está bajo los efectos de una crisis que, ahora, pronostican que finalizará, como mínimo, el próximo semestre.

Pero España cometió un error aún más grande. Y es que se dio el lujo de dejar de lado a mucha gente experta en crisis que había ido recibiendo durante los años de bonanzas. Gente que escapó de inflaciones galopantes, de crisis financieras, de malabares políticos. Gente experta en reinventarse, en mejorar y hacer eficiente negocios de todo tipo, con una preparación intelectual, técnica y con un gran expertise.

Conozco muchos casos de profesionales de distintas índoles que a duras penas sobreviven y que podrían haber sido de mucha más utilidad a la economía en su conjunto.

Por mi formación y por mi experiencia profesional sé que uno no puede darse el lujo de desperdiciar recursos. Las empresas y los países viven enfrascados en una lucha de unos contra otros por los escasos recursos disponibles en el mundo. Hay que aprovechar todo lo que se tiene a mano para hacer un presente más llevadero y un futuro más promisorio.

España, sin embargo, se da el lujo de desperdiciarlo.

viernes, noviembre 06, 2009

¿Y, donde está el rey?

Una de las justificaciones que existen sobre la monarquía en España es que el Rey actúa como una suerte de “garantía” de la democracia. Es por eso que su actuación en el “Tejerazo” es tan destacable y fue uno de los espaldarazos con los que España contó para salir adelante después de la época franquista.

En estos días en los que vivimos una suerte de catástrofe nacional, luego que España batiese record tras record de crecimiento se echa en falta su presencia. O al menos la de su hijo, el Príncipe de Asturias.

La situación económica no es buena. La desocupación ronda el 20% de la población económicamente activa y la subocupación es todavía más notable. En estos días han aparecido artículos periodísticos en los que se muestran que en España la jornada laboral se reduce y que aumentan los trabajos a tiempo parcial mucho más rápidamente que en el resto de la UE.

El ritmo de destrucción de empleo en el país fue notablemente superior al de la UE, principalmente debido a la catástrofe de la industria de la construcción pero también debido a que mucha de la gente que trabajaba lo hacía con contratos por “tiempo determinado” o de “obra”, esto es contratos con una fecha de caducidad determinada y costo cuasi nulo de despido, por lo que los empresarios, ante un panorama no demasiado claro, optaron por no renovar esos contratos a la gente que no tenían en claro que iban a poder ocupar y dejaron el problema a la seguridad social.

Los bancos, antiguos motores del sistema, ahora han ralentizado su marcha y tienen una tasa de protección de hasta el 40% de los créditos hipotecarios. Esta tasa los cubre de cualquier catástrofe que pudiese ocurrir (dicho por los propios expertos del Banco de España) pero sin embargo no hacen nada por reactivar la economía (es más, apuesta a que empeore para hacer, como siempre, pingües negociados). Y sus geniales directivos cobran salarios multimillonarios en euros….

Pero quienes deben actuar en todo esto son los políticos. ¿Y que están haciendo?. Matándose entre ellos. En vez de dedicarse a sacar el país de la recesión lo que han hecho es descubrir cuan corruptos son. Cómo si ahora hiciese falta hacerlo. El PP tiene conflictos de corrupción que llega hasta muy alto en su cúpula y para no ser menos el PSOE ha descubierto actos de corrupción en el PSC (su formación en Catalunya) y en CiU. Esta última, así como un partido independentista catalán, están salpicadas también por el caso Millet.

Otros actores principales, las organizaciones obreras, se matan por los puestos de trabajo que se pierden en Opel o en Seat (que es donde tienen comisiones) pero dejaron de lado a los cientos de miles que han sido despedidos de uno en uno o de dos en dos en las empresas más pequeñas.

Mientras tanto, los 4 millones de parados (y lo que se irán sumando en los próximos meses ante un clima de negocios francamente frio) esperan que el garante de su seguridad actúe, llamando a los distintos actores a poner la casa en orden. Pero parece que el señor Rey está más preocupado en dejarse o no crecer la barba.