jueves, marzo 05, 2009

Bodas de plata laborales

Promediando el último año del industrial, uno de los profesores nos trajo la noticia que Techint comenzaba los cursos de “Jóvenes Dibujantes” con vistas a incorporar técnicos para los niveles iniciales de la empresa.

El curso consistía en unas cuantas clases, los días sábados por la mañana, dictadas por los profesionales de TEPGE (o sea la rama de ingeniería de la T) en los que se explicaban una serie de cosas que en las escuelas técnicas no formaban parte de los programas pero que la empresa necesitaba. Para los que estudiábamos mecánica (tal era mi caso) las áreas en las que nos podíamos anotar eran Piping, Recipientes o Equipos Mecánicos. La mayoría eligió piping porque, según nos explicó el profe, era donde más gente se necesitaba. Para variar yo jugué mi carta en otro lado (rebeldía juvenil que aún no se ha ido del todo de mí ser). Me anoté en Equipos Mecánicos. El curso fue muy interesante porque Fernández (el DEZ) nos enseñó (pese a no ser un buen instructor) fundamentos de soldadura de equipos, de diseño de aire acondicionado y de tolerancias (que aún no puedo creer que no se explicaran mejor en el colegio…). La cosa es que durante septiembre y octubre del 83 me pasé todas las mañanas de sábado en esas clases. Y para cerrar el curso teníamos una prueba. La misma consistió en el cálculo de una instalación de aire acondicionado para unas oficinas y en la realización de un plano (primera vez en mi vida que trabajé con un tablero y un plano tamaño A0). Al finalizar el curso DEZ nos dijo que lo llamáramos a comienzos el 10 de diciembre para saber quien ingresaría a trabajar.

Como el glorioso 10 de diciembre de 1983 caía sábado y yo, ansioso de porquería, no podía esperar hasta el lunes, lo llamé el 9. Y en ese llamado me confirmó que había sido seleccionado y me citó para una reunión con su jefe, Gaudio, durante la semana siguiente. Ahí me enteré que había sido el único elegido de los 20 del grupo (después entro otro más porque promovieron a un chico del depto.). Yo estaba feliz con la noticia pero en casa no cayó nada bien. Nadie quería que trabajara y a decir verdad no me hacía falta. Mi vieja, mi abuelo, todos me decían que mejor estudiara y con la carrera más avanzada comenzara a trabajar. Pero no contaban con dos cosas: primero que cuando quiero ser cabezón, no me ganan ni Duhalde y segundo que yo me había enamorado de Techint (aún hoy tengo la T guardada en algún lugarcito del corazón) gracias a una nota que leí en Crónica (diario al que era afecto mi papá) sobre los gasoductos que construía en Perú y Arabia Saudita.

Y así fue que el lunes 5 de marzo de 1984 comencé con mi carrera como trabajador. Ese día me asignaron mis sigla PIM (con la que firmabas los planos). Y así comenzó todo. O sea que hoy se cumplen 25 años de ello.

¿Qué balance puedo hacer de estos 25 años?. Si me pongo a verlo desde la situación actual, desempleado en un mundo pleno de incertidumbre diría que podía haberlo hecho mejor. Pero para eso debería haber traicionado al Marcelo persona y creo que no vale la pena. Aunque a veces me putee y diga lo contrario, la base moral la tengo y creo que eso es lo importante. Puede que en todos estos años alguien se haya molestado u ofendido por cosas que hice, puede que haya perjudicado a algunos, pero siempre traté de ser lo más ecuánime que pude dada la circunstancia y de provocar el menor daño posible. No me enorgullece haber despedido a gente por lo que entiendo a quienes han tomado la decisión de prescindir de mis servicios, siempre que lo hayan hecho en pos del bien común (cosa que las dos últimas veces no sucedió sino que privaron o los pesos en el bolsillo o el amiguismo) pero ya es agua pasada. Siempre insté a los que me rodeaban a que se perfeccionaran y que avanzaran en sus carreras (profesionales y, por sobre todo, en su vida), cosa que creo que yo prediqué con el ejemplo.

En estos 25 años conocí mucho gracias a mis trabajos. Aprendí y me formé. Recorrí toda la Argentina y varios países más del mundo, me establecí en España, pero lo más importante es que conocí a muchísima buena gente (y bastante poca de esa gente de mierda). Gente como Fernández, “Chupete” Delettis o Vega en Techint; como Adriana Deustsh, Luis Lonardi, Gustavo Ollero, Hakan Karlsson, Marcelo Boccardo, Daniel Alfieri, Pablo Dameno, Carlos Rodríguez, Marcelo Mancuso, Maria Laura Aparicio, Rubén Sottosanti, Héctor Fernández Righi, el maestro Tallata, el gordo Naveira, Walter Vordi (a este más que en el laburo lo tengo de karma…. jajajaja) en AGA; como Gustavo Cooper, Leonardo Todaro o Fernando Santillán en Ryder; como Elizabeth Carro, Horacio Roggiero, Ignacio Urteaga, Gustavo Heredia, María Bloj, Diego Idelson, “Pato” Quintana, Carlos Daneri, Eduardo Lazzati, Gustavo Tripodi, Marta Dellepiane, la gente de sistemas, RR.HH., el CUME o el call center en IHSA; Eduardo Rodríguez, Ana María Correa, Diego Pattín, Carles Triginer o Alex Miró en la UTE; proveedores como el pelado Savini, Martín Lussich o los ambulancieros de IHSA; o todos los de Sfera desde Juan Benítez, Sonia Gallego y Tatiana Davare a Isabel Balust, Guillermo Berger, las chicas de Administración, la gente de Redacción, de Telemarketing, de Marketing, de Sistemas o de Field, etc. y tantos otros que me olvido y con los cuales soy muy injusto, son pequeños tesoros que uno se encuentra en la vida laboral y que pese a que quizás nunca los volverás a cruzar sabes que el recuerdo de los días compartidos con ellos valieron la pena.

¿Qué espero del futuro? Si los genios de las finanzas, que durante años han dictado que se debe o no hacer en el mundo pero que siempre han terminado equivocándose, me dejan tengo por delante casi 25 años más de carrera para alcanzar la jubilación. Y creo que va siendo hora de comenzar a replantearse como afrontarlos. Me cansé de jefes y no porque los que tuve hayan sido malos (por el contrario creo que he tenido jefes excelentes), sino porque han sido malos los jefes de sus jefes. Siempre pensando en la “bottom line” y olvidándose que en las empresas importa el capital (vaya si importa) pero para que el capital rinda necesita que haya quien trabaje por él. Y si nadie trabaja, el capital (o simplemente el dinero) es papel pintado. También debo reconocer que la especialidad que me elegí es ingrata porque cuando haces las cosas bien simplemente cumpliste con tú trabajo y cuando las haces mal se acuerdan de todo tu árbol genealógico (ya sé que todos pueden decir lo mismo pero el que escribe soy yo…jajaja). Veremos que sale. Después de todo Enzo Ferrari creó su escudería a los 50 años y se cansó de ver a sus coches ganar carreras y venderlos por todo el mundo…. Y yo apenas tengo 43. J

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