lunes, noviembre 10, 2014

Miopía política

Hace poco menos de dos meses, Escocia plebiscitó su independencia. Gran Bretaña, de quienes se desprenderían, apoyó el proceso y trató de convencer a los escoceses para que se quedarán. Obviamente hizo aclaraciones, presionó secretamente a los que apoyaban la secesión para que no lo hagan, pero en líneas generales el mensaje fue de libertad. Ganó el No y ahora, por varios años (décadas a juzgar por el ejemplo de Quebec) Escocia estará en paz buscando mejorar dentro de Gran Bretaña.

Ayer, en Catalunya, se vivió una jornada especial, donde el pueblo catalán “plebiscitó” su deseo de independencia. Cuan diferente ha sido el ejemplo español. La dirigencia nacional tildó de antidemocráticos a quienes quería expresar sus deseos en las urnas. En vez de facilitar el proceso, lo entorpeció y torpedeo de todas las formas habidas y por haber. Con total miopía política.

Hoy deben estar llorando en sus despachos. Porque está claro que todos quienes deseaban la independencia catalana concurrieron ayer apasionadamente a votar. Pocos se han quedado en casa. Y ellos sumaron poco más de 1,8 millones de personas. Esa cantidad de personas no hubiese garantizado, ni mucho menos, una mayoría independentista (y está claro que en un proyecto de esta índole se aspira a que la mayoría sea sustancialmente superior al 50,1%).

Su miopía no les permitió ver que, en libertad, todo es mejor. Si hubiesen sido astutos, hoy el tema independencia estaría cerrado en Catalunya por muchos tiempo. Pero su obstinación lo ha dejado abierto. Y esa obstinación no hace más que favorecer al independentismo. Porque le da tiempo a sumar adeptos. Lo único que han logrado es que el país esté dividido entre catalanistas y anticatalanistas. Bonito legado el de una dirigencia que parece que sólo tiene habilidad para llenarse los bolsillos.

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